29.11.06

El Amor


    Transcripción de una grabación realizada en el XIII Congreso de Psicología aplicada al Instinto, celebrado recientemente en Europa del Este.
      (…) Y así queda demostrado que el amor no es sino un perfeccionamiento aculturado del instinto atávico de reproducción. ¿Alguna pregunta?
        Sí. Disculpe, pero por amor se pierde la compostura. Se caen las etiquetas. Se roba, se miente, se traiciona, se mata. Por amor la gente enloquece, se humilla, pierde su credibilidad, se autoengaña. Por amor la gente se suicida. Esto no es instinto de reproducción. El amor es una fuerza de destrucción en estado puro.
          Eso no es en absoluto exacto, caballero. Como habrá podido extraer de mi exposición, si ha estado atento, mis investigaciones han demostrado fuera de toda duda que tales reacciones se dan exclusivamente en sujetos de baja condición social. Ningún hombre o mujer de mundo podrían caer jamás en trampas tan obvias y descartadas por los códigos interpuestos de un sistema social contemporáneo.
            Depende de lo que entendamos por contemporáneo. Durante la Ilustración…
              Zarandajas. La Ilustración, como forma de vida preindustrial, contenía principios arcaizados ampliamente opuestos al concepto actual de Occidente. Y si pretendía referirse, como me parece deducir, a la proliferación del fenómeno del libertinaje en esa etapa histórica, no hace sino suscribir mis palabras: la particular carga deshumanizadora de esta corriente de pensamiento-acción tenía por objeto retornar al animal, a la forma básica de placer sensorial, eliminando los preceptos morales con que la cultura había investido algo tan básico como la necesidad biológica de perpetuar la especie.
                Pero el libertinaje fue un proyecto indudablemente fracasado.
                  Desde luego. Porque marginaba la función básica de la reproducción, soslayándola en una variable deslimitada de constante hedonismo que obviaba las formas de responsabilidad típicamente burguesas, entre ellas la concepción de hijos y la conciliación de un enlace matrimonial estable.
                    Sin embargo, estas conclusiones son muy próximas a las actuales formas de vida.
                      Vuelve a ser inexacto, caballero. La regla general en las sociedades actuales, si bien remite a formas no clásicas de amancebamiento, donde la promiscuidad irresponsable prima sin la menor duda, frena la distorsión de la función reproductiva con la tendencia al aburguesamiento monógamo, y a una estabilidad emocional que garantice la producción indeterminada de nuevos seres. Lo siento, pero mi teoría es imbatible. Son años de investigación y sintiéndolo mucho, un desconocido que ni tan siquiera parece conocer mi extensa obra no tiene la menor posibilidad de contradecirme. Por cierto, ¿quién es usted?
                        Soy el que se tira a su mujer.
                          ¿Qué? Pero… pero…
                            (murmullo)
                              ¡Maldito hijo de perra! ¡Me ha deshonrado! ¡Y en público!
                                ¡Qué hace!
                                  ¡Dios mío, tiene una pistola!
                                    Gritos de la multitud. Confusión.
                                      ¡Pagarás con la vida, bastardo!
                                        ¡No! ¡Cuidado!
                                          Varios disparos. Gritos de alarma y estampida de la multitud.
                                            Oh Dios mío… qué he hecho… qué… he acabado con mi carrera… con mi vida…
                                              ¡No por Dios! ¡No lo haga!
                                                Ruido de un último disparo.

                                                24.11.06

                                                Soneto al niño atropellado

                                                Poema redactado y leído por Juanito Cifuentes, premio al mejor expediente académico del año, durante la misa de sepelio del niño atropellado.

                                                ¡Cabeza abierta, coches y alaridos!
                                                Pequeño fracasado, niño idiota,
                                                si tanto crees que vale una pelota,
                                                ¿acaso no mereces lo ocurrido?

                                                No habremos ya de soportar tu risa
                                                estertórea, los robos de bocatas,
                                                ni tanto abuso, odiosa, inmunda rata...
                                                Tus padres sacan polvo ya a la Visa.

                                                Atroz engendro, la naturaleza
                                                es sabia, y te darás perfecta cuenta,
                                                pues ha hecho del ahorro tu virtud:

                                                como desde los pies a la cabeza
                                                mides no menos de un metro cuarenta,
                                                no habrá tanta madera en tu ataúd.

                                                22.11.06

                                                Metapost

                                                    Siempre me ha parecido soez, inelegante y poco sutil opinar por Internet.
                                                      Me pregunto, ¿qué clase de interés pueden tener para los demás las cuestiones que uno mismo se plantea sobre las cosas? Por eso los blogs me repelen: apenas puedo soportar el dislate que significa presuponer que a cualquiera pueda interesar las prescindibles reflexiones plagadas de infinitivos de quien presume firmar cada artículo. Es necesaria tal cantidad de supurante egocentrismo, recalcitrante prepotencia y desmedida ignorancia, que se me hace difícil creer tales faltas a la coherencia y al rigor. Pero lo que me lleva al paroxismo de la rabia es cuando tales autores arremeten contra algo manifestando un sentimiento hiperbólico que en realidad no padecen, llegando incluso (en lo que ya resulta el extremo del embuste, la corrupción del alma y la insensatez más cobarde e indigna) a sentenciar a grandes grupos con juicios éticos carentes de base.
                                                        En una ocasión conocí a un bloggero que se valía de anécdotas de otros para explicar sus estúpidas y obvias teorías. Sus conclusiones eran de lo más vacío, dado que aquellas anécdotas se agotaban en la mera explicación. Era realmente irritante, casi tanto como la delirante tendencia que tiene todo el mundo a generalizar, a quejarse por todo y por todos, y a alzarse con la autoridad total sobre cualquier tema, sentando cátedra de una forma reiterativa y sin ningún tipo de pudor. Pero esta tendencia palidece en comparación con la de alargar las reflexiones hasta el absurdo, llegando incluso al recurso de una baratísima tendencia al metalenguaje y a la autofagia más falaz y empleando todo tipo de adjetivos sinónimos, similares y equivalentes para ampliar el espacio todo lo posible en un intento de hacer creer a todo el mundo que se tiene la razón fuera de toda duda.
                                                          En suma, si he de ser yo quien ice la bandera y blanda una lanza para cambiar el mundo de los blogs, asumiré esta responsabilidad con todo el rigor que se me supone. Créanme si les digo que no les defraudaré.

                                                          17.11.06

                                                          Haciendo amigos

                                                          Según me han informado, para aumentar el volumen de visitas de un blog sólo es necesario hacer referencia a temas de interés masivo, con objeto de que la presencia en buscadores sea mayor. Así pues, este post está dedicado a todos esos temas rastreados por grandes porcentajes de la población, que definitivamente elevarán mi popularidad hasta límites insospechados:

                                                          Gran Hermano. Britney Spears. Farruquito. Asilos Tercera Edad. Tunning. Reaggeton. Álex Ubago. Adelgazar rápido. Aquí hay tomate. Paris Hilton. Setas. Penélope Cruz. OT. Cáncer de próstata. Julián Muñoz. Sexo. XXX. Multiorgasmo. Porno gratis. Punto G. Tetas. Carmen Alcayde. Nostradamus. Fútbol. Piercing. Amenábar. La Juani. Ana Obregón. Ovnis. Hitler. Signos de infidelidad. Porros. La Negra. Fernando Alonso. Cunnilingus. Dejar tabaco. La oreja de Van Gogh. David Bisbal. Móviles. Paz Vega en bolas. Elsa Pataky en bolas. Sorda de OT. Duquesa de Alba. MP3. Vigalondo. Querida Mamá. Recursos multas de tráfico. María Patiño en bolas. Abortos baratos.

                                                          Les veo en mi contador de visitas.

                                                          15.11.06

                                                          Bromas


                                                            Bienvenidos a una nueva temporada de INOCENTE, INOCENTE, llena de sorpresas y novedades. Siguiendo una línea algo más políticamente incorrecta de lo acostumbrado, en esta nueva etapa han sido eliminados los elementos menos populares entre nuestros espectadores. En primer lugar, hemos suprimido el factor “telemaratón”. Lo sentimos por las asociaciones de paralíticos cerebrales, pero la idea inicial del programa nada tenía que ver con este formato desfasado y antitelevisivo. Si a esto añadimos que nuestro público busca reírse con las desgracias ajenas, flaco favor hacemos a estas organizaciones, cuya utilísima labor no deseamos entorpecer en ningún momento.
                                                              En segundo lugar, hemos endurecido ligeramente la línea de nuestras bromas. Como muestra, en el programa de hoy podremos presenciar cómo Emilio Aragón es enterrado vivo, cómo José María Aznar es secuestrado por un comando terrorista de AlQaeda, o cómo Sofía Mazagatos es violada por treinta negros en su propia casa. ¡Y esto es sólo el principio! Contamos con nuevas e hilarantes secciones que les llevarán a cotas inimaginables de diversión:
                                                                “¿Es grave, doctor?”, donde un médico de toda confianza de nuestras víctimas les diagnosticará enfermedades terminales irreversibles. Gracias a los avances de la telerrealidad podremos hacer un seguimiento del sujeto durante al menos una semana. Nuestra víctima de hoy: Rociíto. La emoción está garantizada.
                                                                  “El gran salto”, donde a lo largo de toda una temporada sometemos a un sujeto a una cadena de sutiles bromas imaginadas por nuestro equipo de psicólogos, que poco a poco irán haciéndole perder la noción de la realidad hasta llevarle al suicidio. Comprendemos que esta sección puede ser particularmente polémica, pero queremos innovar con nuestros contenidos, llegar a un nuevo tipo de espectador, más moderno, dinámico y sin prejuicios. Y dado que un cambio así requiere adaptación, la víctima seleccionada para esta temporada ha sido Enrique San Francisco (cuya muerte en extrañas circunstancias conocieron hace pocos días), por sus evidentes cualidades cómicas, que suavizarán convenientemente el contenido de esta sección.
                                                                    Prepárense para una nueva televisión, más osada, creativa y diferente. Esperamos que disfruten tanto viéndonos como nosotros trabajando para entretenerles. Porque ustedes son lo más importante.

                                                                    10.11.06

                                                                    Don Sigifredo, maestro del horror

                                                                    En la vida de todo genio existe un mentor que de una forma u otra le marca de por vida. Para Platón fue Sócrates, para Nietzsche, Hume, y para Mozart, Bach. Como el pensador fundamental de nuestro siglo que soy, mi caso no podía ser menos, y también yo tuve un instructor que me previno de los peligros de una sociedad hostil, que me mostró en toda su crudeza la naturaleza esencialmente malvada del hombre, que me preparó para el enfrentamiento contra el caos incesante y perverso de un mundo enfermo de egoísmo. Aquel prohombre se llamaba Don Sigifredo, y era mi maestro en 3º de EGB.
                                                                    Don Sigifredo contaba con todo un arsenal de sofisticadas tácticas psicológicas de disuasión. La más brillante era sin duda la "historia verídica". Consistía en la narración de sucesos que tenían lugar en su barrio, de primera mano y con todo lujo de detalles, y que a modo de cuentos morales nos ayudaban a comprender lo terrible y peligroso que era nuestro entorno.
                                                                    "El otro día en mi barrio una niña que iba jugando tocó una farola y quedó prendida por una derivación eléctrica."
                                                                    A continuación aportaba una explicación detalladísima de cuanto había ocurrido a la criaja:
                                                                    "La lengua se le hinchó hasta no caberle en la boca y romperle la mandíbula, los ojos explotaron en sus órbitas dejándole un reguero sanguinolento en las mejillas, su carne se ennegreció y resquebrajó, y la sangre se le cuajó en nariz, garganta y oídos, asfixiándola en una muerte lentísima, hasta que su corazón se incendió como una bomba en la caja torácica."
                                                                    Nosotros escuchábamos aquella galería de barbaridades totalmente horrorizados y fascinados. Nadie se preguntaba por el hecho de que todas las desgracias del mundo ocurrieran en su barrio, y exclusivamente a niños que jugaban alegremente en la calle. Al fin y al cabo eran "historias verídicas". ¿Por qué habría de mentirnos el hombre en quien nuestros padres delegaban su entera confianza a la hora de administrar nuestra educación?
                                                                    "Hace tiempo, en mi barrio, un coche se paró al lado de un niño que jugaba al fútbol, y el conductor le ofreció un caramelo. Desoyendo el consejo de sus padres de no aceptar nada de desconocidos, el niño cogió el caramelo y se lo comió. En la merienda el niño se sentía mal. Poco después empezó a vomitar sangre, y cuando llegaron al hospital ya había muerto ENVENENADO."
                                                                    Por entonces Don Sigifredo era un hombre respetado por niños y padres. Si hoy un maestro hiciera esto, los mecanismos de la asociación de padres de turno se pondrían en marcha y se le abriría un expediente que podría acabar con su carrera. Igual que si fuera un alcohólico violento, invitara a heroína a sus alumnos o se jodiera a su gato delante de ellos.
                                                                    En una ocasión, volvíamos del recreo y para silenciarnos contó una "historia verídica" que había tenido lugar años antes, precisamente en aquel mismo aula: de tanto golpear su mesa con una regla de madera (su técnica para hacernos callar), el instrumento se había partido en dos, con la mala suerte de que una de las mitades había ido a clavarse en el ojo de uno de sus alumnos, atravesándole el cerebro y causándole una muerte instantánea. Para ratificar la veracidad de su historia, nos mostró la regla, que en efecto presentaba una fractura en uno de sus extremos. Enloquecidos de pánico, asistimos por primera vez al despliegue de aquel universo de terror en directo. Y estábamos tan acostumbrados a creerlo todo que tampoco entonces osamos hacer preguntas. Don Sigifredo había desatado en la intimidad de nuestra aula el vórtice del mal, el infierno que por naturaleza tenía parcela en su barrio. El mensaje estaba claro: nadie estaría seguro allí si no seguíamos las reglas. Si fuera un narrador norteamericano contando su infancia diría que desde entonces nada volvió a ser lo mismo, pero qué diablos. Sí que fue lo mismo. Nadie cambió de niño a hombre por aquella absurdez.
                                                                    Hace poco me llegó la noticia de que aquel fabulador de lo terrible disfrazado de maestro indefenso y tembloroso había muerto enfermo de Parkinson en un asilo, perdido de la mano de los hombres, olvidado. Don Sigifredo pudo escapar con vida a los horrores de su barrio, pero descubrió que había horrores aún peores más allá de sus fronteras. Su muerte fue para mí su última historia verídica, con todos los rasgos comunes a su colección de relatos, sin sensiblerías ni moñeces. Estoy seguro de que se fue matando, traumatizando de por vida a los celadores, socavando la líbido de la directora, ocasionando el mayor número de infartos entre los residentes con sus "historias verídicas"… Aunque quién sabe. Tal vez simuló su muerte para darnos a todos una última lección.

                                                                    8.11.06

                                                                    ¿Quién es Juanjo Iglesias?

                                                                    (Entrevista)

                                                                    Entrevistador: ¿Por qué sus ficciones son tan sumamente agresivas?

                                                                    Juanjo Iglesias: ¿Cree que mis ficciones son agresivas?

                                                                    E: Sí, lo creo.

                                                                    J.I.: Cómo se nota que no ha nacido en el medievo, ni ha soportado los 50ºC bajo cero del crudo invierno ruso, ni se ha arrastrado 20 kilómetros con las piernas destrozadas por la metralla, ni se ha visto obligado a ejecutar a su hermano por orden de un superior.

                                                                    E: Usted tampoco.

                                                                    J.I.: Cierto. Pero eso no le da derecho a conspirar contra mí como si yo fuera un Presidente del Gobierno cualquiera.

                                                                    E: ¿Se cree muy importante?

                                                                    J.I.: Casi tanto como usted al hacerme esa pregunta.

                                                                    E: Háblenos de su pasado. ¿Tuvo una infancia difícil?

                                                                    J.I.: Casi tanto como usted al hacerme esa pregunta.

                                                                    E: ¿Por qué repite la respuesta anterior?

                                                                    J.I.: Porque me ha parecido ingeniosa, pero acabo de reparar en que el cambio de contexto hace que su efecto se resienta… creo que lo apuntaré en mi bloc de notas.

                                                                    E: ¿Tiene un bloc de notas?

                                                                    J.I.: No sé de qué se sorprende. Usted también tiene un bloc de notas. Todo el mundo tiene un bloc de notas. No el mismo, desde luego. Sería un caos. ¿Se lo imagina?

                                                                    E: Sí.

                                                                    J.I.: ¿De qué se ríe? A mí me parece una imagen trágica, apocalíptica, desoladora. La gente no está concienciada con este problema que a todos nos afecta. Debería crearse una ONG para evitar que llegue ese espantoso día. A nadie le gusta que sus hijos compartan el cuaderno con seis mil millones de personas.

                                                                    E: Veo que por fin encontramos a una persona sensible y concienciada con su entorno...

                                                                    J.I.: ¿Pero está de broma? Vamos, hombre… no me diga que le he tomado el pelo con esa tontería del cuaderno… ¿Quién se creería algo así? ¡Jajajaja! ¡Es usted tan estúpido!

                                                                    E: Esta entrevista ha terminado.

                                                                    (Fin de la entrevista)