29.11.06
El Amor
27.11.06
24.11.06
Soneto al niño atropellado
Poema redactado y leído por Juanito Cifuentes, premio al mejor expediente académico del año, durante la misa de sepelio del niño atropellado.
¡Cabeza abierta, coches y alaridos!
Pequeño fracasado, niño idiota,
si tanto crees que vale una pelota,
¿acaso no mereces lo ocurrido?
No habremos ya de soportar tu risa
estertórea, los robos de bocatas,
ni tanto abuso, odiosa, inmunda rata...
Tus padres sacan polvo ya a la Visa.
Atroz engendro, la naturaleza
es sabia, y te darás perfecta cuenta,
pues ha hecho del ahorro tu virtud:
como desde los pies a la cabeza
mides no menos de un metro cuarenta,
no habrá tanta madera en tu ataúd.
¡Cabeza abierta, coches y alaridos!
Pequeño fracasado, niño idiota,
si tanto crees que vale una pelota,
¿acaso no mereces lo ocurrido?
No habremos ya de soportar tu risa
estertórea, los robos de bocatas,
ni tanto abuso, odiosa, inmunda rata...
Tus padres sacan polvo ya a la Visa.
Atroz engendro, la naturaleza
es sabia, y te darás perfecta cuenta,
pues ha hecho del ahorro tu virtud:
como desde los pies a la cabeza
mides no menos de un metro cuarenta,
no habrá tanta madera en tu ataúd.
22.11.06
Metapost
20.11.06
17.11.06
Haciendo amigos
Según me han informado, para aumentar el volumen de visitas de un blog sólo es necesario hacer referencia a temas de interés masivo, con objeto de que la presencia en buscadores sea mayor. Así pues, este post está dedicado a todos esos temas rastreados por grandes porcentajes de la población, que definitivamente elevarán mi popularidad hasta límites insospechados:
Gran Hermano. Britney Spears. Farruquito. Asilos Tercera Edad. Tunning. Reaggeton. Álex Ubago. Adelgazar rápido. Aquí hay tomate. Paris Hilton. Setas. Penélope Cruz. OT. Cáncer de próstata. Julián Muñoz. Sexo. XXX. Multiorgasmo. Porno gratis. Punto G. Tetas. Carmen Alcayde. Nostradamus. Fútbol. Piercing. Amenábar. La Juani. Ana Obregón. Ovnis. Hitler. Signos de infidelidad. Porros. La Negra. Fernando Alonso. Cunnilingus. Dejar tabaco. La oreja de Van Gogh. David Bisbal. Móviles. Paz Vega en bolas. Elsa Pataky en bolas. Sorda de OT. Duquesa de Alba. MP3. Vigalondo. Querida Mamá. Recursos multas de tráfico. María Patiño en bolas. Abortos baratos.
Les veo en mi contador de visitas.
15.11.06
Bromas
13.11.06
10.11.06
Don Sigifredo, maestro del horror
En la vida de todo genio existe un mentor que de una forma u otra le marca de por vida. Para Platón fue Sócrates, para Nietzsche, Hume, y para Mozart, Bach. Como el pensador fundamental de nuestro siglo que soy, mi caso no podía ser menos, y también yo tuve un instructor que me previno de los peligros de una sociedad hostil, que me mostró en toda su crudeza la naturaleza esencialmente malvada del hombre, que me preparó para el enfrentamiento contra el caos incesante y perverso de un mundo enfermo de egoísmo. Aquel prohombre se llamaba Don Sigifredo, y era mi maestro en 3º de EGB.
Don Sigifredo contaba con todo un arsenal de sofisticadas tácticas psicológicas de disuasión. La más brillante era sin duda la "historia verídica". Consistía en la narración de sucesos que tenían lugar en su barrio, de primera mano y con todo lujo de detalles, y que a modo de cuentos morales nos ayudaban a comprender lo terrible y peligroso que era nuestro entorno.
"El otro día en mi barrio una niña que iba jugando tocó una farola y quedó prendida por una derivación eléctrica."
A continuación aportaba una explicación detalladísima de cuanto había ocurrido a la criaja:
"La lengua se le hinchó hasta no caberle en la boca y romperle la mandíbula, los ojos explotaron en sus órbitas dejándole un reguero sanguinolento en las mejillas, su carne se ennegreció y resquebrajó, y la sangre se le cuajó en nariz, garganta y oídos, asfixiándola en una muerte lentísima, hasta que su corazón se incendió como una bomba en la caja torácica."
Nosotros escuchábamos aquella galería de barbaridades totalmente horrorizados y fascinados. Nadie se preguntaba por el hecho de que todas las desgracias del mundo ocurrieran en su barrio, y exclusivamente a niños que jugaban alegremente en la calle. Al fin y al cabo eran "historias verídicas". ¿Por qué habría de mentirnos el hombre en quien nuestros padres delegaban su entera confianza a la hora de administrar nuestra educación?
"Hace tiempo, en mi barrio, un coche se paró al lado de un niño que jugaba al fútbol, y el conductor le ofreció un caramelo. Desoyendo el consejo de sus padres de no aceptar nada de desconocidos, el niño cogió el caramelo y se lo comió. En la merienda el niño se sentía mal. Poco después empezó a vomitar sangre, y cuando llegaron al hospital ya había muerto ENVENENADO."
Por entonces Don Sigifredo era un hombre respetado por niños y padres. Si hoy un maestro hiciera esto, los mecanismos de la asociación de padres de turno se pondrían en marcha y se le abriría un expediente que podría acabar con su carrera. Igual que si fuera un alcohólico violento, invitara a heroína a sus alumnos o se jodiera a su gato delante de ellos.
En una ocasión, volvíamos del recreo y para silenciarnos contó una "historia verídica" que había tenido lugar años antes, precisamente en aquel mismo aula: de tanto golpear su mesa con una regla de madera (su técnica para hacernos callar), el instrumento se había partido en dos, con la mala suerte de que una de las mitades había ido a clavarse en el ojo de uno de sus alumnos, atravesándole el cerebro y causándole una muerte instantánea. Para ratificar la veracidad de su historia, nos mostró la regla, que en efecto presentaba una fractura en uno de sus extremos. Enloquecidos de pánico, asistimos por primera vez al despliegue de aquel universo de terror en directo. Y estábamos tan acostumbrados a creerlo todo que tampoco entonces osamos hacer preguntas. Don Sigifredo había desatado en la intimidad de nuestra aula el vórtice del mal, el infierno que por naturaleza tenía parcela en su barrio. El mensaje estaba claro: nadie estaría seguro allí si no seguíamos las reglas. Si fuera un narrador norteamericano contando su infancia diría que desde entonces nada volvió a ser lo mismo, pero qué diablos. Sí que fue lo mismo. Nadie cambió de niño a hombre por aquella absurdez.
Hace poco me llegó la noticia de que aquel fabulador de lo terrible disfrazado de maestro indefenso y tembloroso había muerto enfermo de Parkinson en un asilo, perdido de la mano de los hombres, olvidado. Don Sigifredo pudo escapar con vida a los horrores de su barrio, pero descubrió que había horrores aún peores más allá de sus fronteras. Su muerte fue para mí su última historia verídica, con todos los rasgos comunes a su colección de relatos, sin sensiblerías ni moñeces. Estoy seguro de que se fue matando, traumatizando de por vida a los celadores, socavando la líbido de la directora, ocasionando el mayor número de infartos entre los residentes con sus "historias verídicas"… Aunque quién sabe. Tal vez simuló su muerte para darnos a todos una última lección.
8.11.06
¿Quién es Juanjo Iglesias?
(Entrevista)
Entrevistador: ¿Por qué sus ficciones son tan sumamente agresivas?
Juanjo Iglesias: ¿Cree que mis ficciones son agresivas?
E: Sí, lo creo.
J.I.: Cómo se nota que no ha nacido en el medievo, ni ha soportado los 50ºC bajo cero del crudo invierno ruso, ni se ha arrastrado 20 kilómetros con las piernas destrozadas por la metralla, ni se ha visto obligado a ejecutar a su hermano por orden de un superior.
E: Usted tampoco.
J.I.: Cierto. Pero eso no le da derecho a conspirar contra mí como si yo fuera un Presidente del Gobierno cualquiera.
E: ¿Se cree muy importante?
J.I.: Casi tanto como usted al hacerme esa pregunta.
E: Háblenos de su pasado. ¿Tuvo una infancia difícil?
J.I.: Casi tanto como usted al hacerme esa pregunta.
E: ¿Por qué repite la respuesta anterior?
J.I.: Porque me ha parecido ingeniosa, pero acabo de reparar en que el cambio de contexto hace que su efecto se resienta… creo que lo apuntaré en mi bloc de notas.
E: ¿Tiene un bloc de notas?
J.I.: No sé de qué se sorprende. Usted también tiene un bloc de notas. Todo el mundo tiene un bloc de notas. No el mismo, desde luego. Sería un caos. ¿Se lo imagina?
E: Sí.
J.I.: ¿De qué se ríe? A mí me parece una imagen trágica, apocalíptica, desoladora. La gente no está concienciada con este problema que a todos nos afecta. Debería crearse una ONG para evitar que llegue ese espantoso día. A nadie le gusta que sus hijos compartan el cuaderno con seis mil millones de personas.
E: Veo que por fin encontramos a una persona sensible y concienciada con su entorno...
J.I.: ¿Pero está de broma? Vamos, hombre… no me diga que le he tomado el pelo con esa tontería del cuaderno… ¿Quién se creería algo así? ¡Jajajaja! ¡Es usted tan estúpido!
E: Esta entrevista ha terminado.
Entrevistador: ¿Por qué sus ficciones son tan sumamente agresivas?
Juanjo Iglesias: ¿Cree que mis ficciones son agresivas?
E: Sí, lo creo.
J.I.: Cómo se nota que no ha nacido en el medievo, ni ha soportado los 50ºC bajo cero del crudo invierno ruso, ni se ha arrastrado 20 kilómetros con las piernas destrozadas por la metralla, ni se ha visto obligado a ejecutar a su hermano por orden de un superior.
E: Usted tampoco.
J.I.: Cierto. Pero eso no le da derecho a conspirar contra mí como si yo fuera un Presidente del Gobierno cualquiera.
E: ¿Se cree muy importante?
J.I.: Casi tanto como usted al hacerme esa pregunta.
E: Háblenos de su pasado. ¿Tuvo una infancia difícil?
J.I.: Casi tanto como usted al hacerme esa pregunta.
E: ¿Por qué repite la respuesta anterior?
J.I.: Porque me ha parecido ingeniosa, pero acabo de reparar en que el cambio de contexto hace que su efecto se resienta… creo que lo apuntaré en mi bloc de notas.
E: ¿Tiene un bloc de notas?
J.I.: No sé de qué se sorprende. Usted también tiene un bloc de notas. Todo el mundo tiene un bloc de notas. No el mismo, desde luego. Sería un caos. ¿Se lo imagina?
E: Sí.
J.I.: ¿De qué se ríe? A mí me parece una imagen trágica, apocalíptica, desoladora. La gente no está concienciada con este problema que a todos nos afecta. Debería crearse una ONG para evitar que llegue ese espantoso día. A nadie le gusta que sus hijos compartan el cuaderno con seis mil millones de personas.
E: Veo que por fin encontramos a una persona sensible y concienciada con su entorno...
J.I.: ¿Pero está de broma? Vamos, hombre… no me diga que le he tomado el pelo con esa tontería del cuaderno… ¿Quién se creería algo así? ¡Jajajaja! ¡Es usted tan estúpido!
E: Esta entrevista ha terminado.
(Fin de la entrevista)
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