22.1.07

El profesor Strüngen opina

Debido a su excelencia, seriedad y siempre nítido juicio, es para nosotros un honor presentarles una opinión del profesor Victor Strüngen, célebre en su momento, como sabrán, por rechazar el Nobel al considerarlo un galardón insuficiente y viciado.

¿ES EL CINE X UN ARTE?
Por Victor Strüngen, Experto en Todo.

Cine: técnica, arte e industria cinematográfica.

Pornografía: Carácter obsceno. Obra de este carácter.

Arte: Acto o facultad mediante los cuales, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido, imita o expresa el hombre lo material o lo inmaterial y crea copiando o fantaseando.

Muchos y convencidos son los defensores de la concurrencia cualitativa del fenómeno afrodisíaco en las fórmulas habituales del proceso cinematográfico, permitiéndose incluso manipular los mismos instrumentos de análisis que suelen destinarse al estudio de la filmología convencional, incluidas las taxonomías autorales, más propias de elevadas conclusiones teóricas con implicaciones en los contextos político y social.
    Empero, en todo estudio contrario a una tendencia ha de adyacer un motivo fundamentado que posibilite la detracción, máxime cuando nuestro objeto de crítica cumple estrictamente los tres axiomas de que consta la cuestión propositiva inicial. En efecto, el estudio de las mutuas relaciones genéricas a través del decurso historiográfico del fenómeno de la kinesis imaginaria, arroja un rédito indudablemente proporcional en lo formalista: el género referido ha transitado paralelo, en estilo y formas, al resto de estilísticas de filmación a lo largo de la historia del hecho cinematográfico. No habría a priori ningún recurso estético impropio, dado que la gramática del filme ha sido empleada en ambos casos de forma más o menos reprochable, pero siempre correcta y apropiada según los cánones de representación desarrollados en los primeros años de existencia efectiva del cinematógrafo. Tampoco el corpus temático habría de ser objeto de rechazo por su mera naturaleza: ya desde el distinguido período de la Grecia Clásica, autores literarios de excelsa referencia crítica eran proclives a retorizar las facultades catárquicas de la confrontación intergenérica.

        Durante un largo periodo de mi estudio, tuve por seguro que el principal estigma de discordia consistía en la insólita y desconcertante irrupción en la narración lineal, de aquellas escenas en las que era efectivo el apareamiento. Con una media oscilatoria de 15 a 20 minutos por avatar, el periplo maestro de la acción se veía radicalmente desplazado en una media de 4 a 6 lapsos, en una estrategia cognitiva que convertía la gratuita e indiscriminada mostración del acto en la principal beneficiaria, valiéndose de diálogos deliberadamente improvisados, y extremando las cualidades del denominado montaje invisible en la configuración de un simulacro de tiempo cuasi-real. No obstante, esta teoría dio al traste, al resolver que son varios los ejemplos de la misma senda narrativa en el cine llamado de espectáculo, como es el caso del hecho destructivo y otras formas de digresión que ahondan en lo discreto de los hábitos perceptivos humanos del mismo modo que una obra pictórica permite la detención del tiempo-espacio en una admisión indefinida del proceso dialógico artístico. Asimismo no resulta reprochable la improvisación en el diálogo, en tanto que muchas soluciones de la dramaturgia vanguardista se definen por claves interactivas que dan lugar a similares formas de declamación.

        ¿Cuál había de ser, por tanto, la cualidad diferenciadora? ¿Quizá el escaso cuidado en la estructuración del guión? Películas con guiones deficientes han alcanzado la categoría de obras maestras. ¿Acaso la nulidad en la disciplina escénica de los intérpretes? El cinema convencional es pródigo en ejemplos, muchos de ellos meritorios de prestigiosos galardones, que superan con creces su incompetencia dramática. ¿Recursos que rompen la relación paralela de la diégesis con el espectador? La mirada a cámara ya existía en el género cómico desde el celuloide mudo, y sería readaptada a la evolución sistémica de los nuevos cines. ¿Exclusiva confianza en los instintos atávicos de la audiencia? También las narrativas cinematográficas tradicionales emplean herramientas que evocan indefectiblemente los instintos primarios de autoconservación. Sin duda la situación planteaba un serio dilema epistémico, que hacía obligatorio redefinir los preceptos metodológicos básicos que permitieran una formulación estructuralista de la tesis.

            Tras años de estudio intensivo, llegué a la conclusión de que la respuesta era mucho más compleja, y directamente relativa a las formas de convención que hacen posibles los procesos afectivos de la filmología: continuando una cadena deductiva, diríase que las primeras muestras considerables del género estudiado pertenecen a los años comprendidos entre 1970 y 1980, década que en lo histórico supuso la consolidación de cambios definitivos en el concepto de lo social. Por tanto, estudiamos en efecto un género particularmente reciente en su sintáctica y sus distintas estrategias de significación. Así pues, la solución no había de estar en el análisis inmediato, sino en el prospectivo. Esto nos conduce a una cuestión fundamental:

            ¿QUÉ OCURRIRÁ CUANDO MUERAN LOS INTÉRPRETES DEL CINE X?

            No me refiero, desde luego, a defunciones puntuales, que a lo sumo, en su carácter diferenciador, suelen elevar al individuo a la categoría de mito, sino a la desaparición masiva de los profesionales de este sector.

            He aquí el punto distintivo fundamental. En ningún otro género cinematográfico es especialmente significativo que el actor o actriz que encarna a un determinado personaje de ficción no exista en una fracción real, ajena al contenido diegético del filme. ¿Pero provocaría la misma reacción una escena de naturaleza íntima y explícita, si se diera la coyuntura de que sus intérpretes yacen bajo tierra? ¿Puede un avatar sicalíptico ocasionar la requerida proactividad, si acontece que sus protagonistas son ya únicamente pasto para los gusanos? ¿Si sólo queda de cada uno de ellos un supurante cadáver con los rasgos deformados por la descomposición, cuyos harapos cubren una desnudez monstruosa y putrefacta, que sirve de albergue a un puñado de vísceras parcialmente devoradas por todo tipo de larvas y tenias? ¿Acaso no crearía este hecho una barrera perceptiva insalvable, que invalidaría toda la cinematografía de clase X como forma de arte, sumiéndola en la clasificación de vano y fugaz divertimento?

            Dejo estas cuestiones para la reflexión.

                  5 comentarios:

                  El zoom erótico dijo...

                  Obras maestras como ésta son las que necesita este blog para pasar de brillante a ineludible.

                  Chapeau, jajjajja! ¿Le gustará a Enola? Tengo curiosidad malsana...

                  Juanjo Iglesias dijo...

                  Pues no sabría decirle... En todo caso, las reclamaciones, al profesor Strüngen.

                  Anónimo dijo...

                  Excelente, Juanjo. Por cierto, era a Fernando a quien acusaba de no actualizar su blog, so Narciso. Pero bueno, excusatio non petita... En cuanto a mí, sólo actualizo fobiasyfilias. Saluten.

                  Anónimo dijo...

                  Nunca desaparecerán los intérpretes del cine X. En este género siempre habrá cantera xD.

                  Anónimo dijo...

                  por Dios, si este blog aún no había saltado a la fama, lo hará ahora. Has dado con la tecla. Intercala fotos de mujeres semidesnudas en posiciones lascivas en cualquier artículo que escribas a partir de ahora y tendrás el secreto del éxito